sábado, 3 de mayo de 2008

El país del ‘Nunca Jamás’

SE CONOCE COMO EL SÍNDROME DE PETER PAN

El país del ‘Nunca Jamás’

Son adultos en cuanto a la edad, pero su comportamiento es, todavía, el de un adolescente que no quiere asumir responsabilidades y que depende de las demás personas

Seguramente hemos escuchado muchas veces que las madres quieren parecerse a sus hijas, poniéndose la misma ropa, teniendo el mismo corte de pelo, o escuchando la misma música. O quizás, también, nos han comentado que es el padre, en vez del hijo, el que mira en la televisión los dibujitos animados o colecciona figuritas de la década de los ochenta. Más preocupante es esa persona que todavía no se haya ido de la casa paterna, teniendo los medios necesarios para poder hacerlo. Estamos ante un nuevo fenómeno: la gente adulta que no quiere crecer y que vive en mundos de fantasía, en el cual el tiempo, para ellos, no ha transcurrido.

RECONOCIENDO A PETER PAN

En 1983, el psicólogo Dan Kiley, se basó en el cuento de “Peter Pan”, escrito por el escocés James Matews Barrie en 1904, para dar forma a un estudio: el Síndrome de Peter Pan. Este comportamiento tiene varias características, y un denominador común: la falta de madurez. Este síndrome, según Kiley, es el “conjunto de características que tiene aquella persona que no sabe o no quiere renunciar a ser un hijo o una hija para empezar a ser padre o madre”. Se trata de una negación de superar etapas que hace una persona que no quiere ingresar en la vida adulta, lo que conlleva que no quieran asumir responsabilidades. “Durante el tiempo que se está bajo este síndrome, se vive con vistas a muy corto plazo, la persona se siente insatisfecha con lo que lo rodea pero sin hacer nada para solucionarlo. Buscan siempre la culpabilidad de todo lo que sucede a su alrededor en los demás, sin que nunca se sienta realmente parte del problema, y ni siquiera de la solución”. Pero casi siempre, hay alguien que hace esas tareas por ellos y es lo que Kiley llamó “Síntoma de Wendy”.

Hay varias particularidades entre los que poseen este tipo de problemas, ya que generalmente viven en mundos de fantasía, donde el centro de ese mundo son ellos mismos. Esto incluye que sus necesidades son urgentes y no pueden esperar a satisfacerlas, el deseo de ser cuidados por otra persona, necesidad de tener tiempo libre, etc. En ese mundo ficticio, que Kiley llamó ‘País del Nunca Jamás’, ellos no creen tener ningún tipo de responsabilidades, ya que la falta de madurez imposibilita asumir cualquier compromiso. Otra característica fundamental es que son seres inestables en todo sentido: su humor cambia constantemente, desde la broma hasta el enojo, sus relaciones sentimentales son inseguras, sus opiniones son cambiantes, su comportamiento es asemejable al de un adolescente, aunque ya haya pasado los treinta años.

Muchos jóvenes deciden quedarse a vivir en la casa de sus padres, aún cuando tengan posibilidades económicas de hacerlo. Es cierto que cada vez está más difícil alquilar un departamento, ya que los precios, desde la devaluación, se han duplicado. Y también es verdad, que el mercado laboral no asegura un buen futuro económico: el trabajo denominado ‘en negro’ alcanza el cuarenta por ciento, los contratos son cortos y no renovables, los salarios son bajos y siempre quedan en desventaja con respecto al índice inflacionario. Pero la cuestión pasa por otro lado. Se trata aquí de las personas que, teniendo las posibilidades económicas de hacerlo, siguen habitando la casa paterna. “No sé si soy adolescente, joven o adulto, probablemente es un cóctel de las tres cosas. Vivo con mis padres por instinto de supervivencia. No estoy dispuesto a renunciar al confort y a la seguridad que tengo allí”, relata Christian, un joven de 29 años. Pero ¿qué pasaría si a este joven, como a muchos otros, se los deja abandonados en una isla lejana del pacífico y no se los prepara para tal acontecimiento?

LAS POSIBLES CAUSAS

Todas las personas, en algún momento de su vida, necesitan independizarse de los padres. Eso incluye la independencia emocional, económica, y social de la familia. Es un proceso natural que vive el ser humano y constituye una etapa de maduración, de hacer las cosas por uno mismo, de tomar responsabilidades, de mantenernos económicamente, etc. Todas estas cuestiones deben aprenderse en la adolescencia para que cuando ingrese en el mundo adulto, sepa como desenvolverse. “Este ‘despegarse’ tiene una doble dirección en cuanto a necesidad y beneficios. Es decir, es sano tanto para los hijos como para los padres. Es parte inherente a la evolución de ambos”, asegura la Licenciada Eliana Maratea. Pero hay veces que sobre los padres incide más la cuestión del “nido vacío” que el alivio de no tener que mantener más a su hijo, por ejemplo. Para alcanzar la adultez, una persona debe esforzarse en llegar a ella y debe elegir ser adulto.

El miedo al fracaso es otra de las causas que operan en la constitución de este tipo de personas. El psicólogo J. Haley afirma que “el éxito o el fracaso extra hogareño de un joven forma parte inextricable de la reorganización familiar ya que se establecen nuevos ordenamientos jerárquicos y nuevas vías de comunicación”. En este contexto Haley argumenta que el hijo forma parte de una triangulación (junto a sus padres o junto a su madre y abuela, por ejemplo) en la que todos los miembros se sienten seguros de pertenecer a ese sistema. Ello explica porque un hijo puede quedar muy apegado, incluso en edades avanzadas, a sus padres o a su familia.

Los Peter Pan no sólo son estudiados por los psicólogos. Los publicistas y gerentes de marketing le están prestando mucha atención a éste fenómeno y se han convertido en una de las causas de la infantilización de los adultos. En los Estados Unidos, al observar que muchos adultos (entre 18 y 50 años) miraban más el canal de dibujos animados Cartoon Network, que sus propios hijos; o que los clientes de la tradicional marca ‘Lego’ superan los 18 años, se inventó un nuevo término para definir este fenómeno: Kidult. Esto es la mezcla entre las palabras inglesas ‘kid’ (chico) y ‘adult’ (adulto), aquí conocido como ‘adultescentes’.

“Estamos en un momento en que la juventud dejó de ser una edad para convertirse en un estilo de vida. La novedad es un elemento constitutivo del mercado y por definición lo joven como estilo de vida siempre está buscando renovarse”, dice Sebastián Codeseira, publicista de la agencia JWT. Es así como la mayoría de las campañas publicitarias están orientadas a los jóvenes y su mundo, pero para no perder terreno con las personas adultas, muchas empresas, a través de distintos mecanismos, incluyen a la población adulta. Por eso, se observan las campañas de CTI ofreciendo un plan con el lema “Si sos joven sos parte”, y al tiempo mucha gente adulta se inscribió en ese plan. Si hablamos de ropa, notaremos que grandes y chicos pueden compartir la misma ropa, los mismos perfumes, etc. Federico Bonomi, de Kosiuko, dice que “todo se está estandarizando. Los grandes y chicos pueden compartir la ropa y los lugares. Por eso hacés ropa para todos: los grandes recuerdan cosas de su infancia y su adolescencia, y los pibes se copan con lo retro”.

Otro aspecto importante es la televisión, y el canal referencia en estas cuestiones es ‘Retro’, antes llamado ‘Uniseries’. Con una campaña destinada a captar a los adultos de más de treinta con series como Stark & Hutch, Bonanza, Mork y Mindy, Los Intocables, El Super Agente 86, El Santo, Hulk, Star Wars, etc. Justamente Hulk y Star Wars fueron llevados al cine y fueron vistas por millones de personas, incluyendo niños, jóvenes, padres, abuelos, es decir, familias enteras. Otra cadena estadounidense, Fox, destina parte de su grilla, bajo el nombre de “¡No molestar!”, a dibujos animados para adultos como Futurama o Padre de Familia, y las últimas películas como Los Increíbles o Shrek, muestran un contenido apto para todo público, pero con bastantes guiños al sector adulto.

En cuanto a la música, hay varios ejemplos destacables, ya que el rock no sólo abarca a los grandes, sino que, a través de las letras, varios músicos intentan convencer a la sociedad de que el límite entre un joven y un adulto es imperceptible. Hace 9 años, la banda punk Attaque 77 cantaba en su tema “Crecer”: “Con los años yo crecí, solo por decirlo así / viviendo en contra del tiempo / atados a viejos recuerdos, / un mundo de fantasías / no quiero crecer / ni ser responsable, seguro y estable / Yo quiero juguetes y dulces y buenos tratos / no quiero compromisos ni hacerme cargo”. La banda de Haedo, Árbol, es seguida por chicos y no tanto, El Otro Yo, cuyos integrantes sobrepasan los treinta años, tiene muchas letras destinadas al público joven, y su bajista, María Fernanda Aldana canta con voz infantil. Un caso paradigmático es el de Carlos Rodríguez, más conocido como Nekro y ex cantante de la banda de hardcore punk Fun People. En recientes declaraciones al diario Clarín, dijo que su “postura es que hay que crecer sin madurar”. Así mismo, él se llamó el “Endless Kinder” (traducido como el ‘niño sin fin’).

Pero si se toma en cuenta el principio de acción y reacción, el marketing ha encontrado el lado opuesto a los Peter Pan y a los ‘kidults’. Los han bautizado, en un juego de palabras en inglés, “tweenagers” (mezcla de teen –adolescente-, wee –pequeñito- y between – entre-) y define a los chicos entre 10 y 14 años, que ya viven como grandes y su principal característica es el consumo. Desde tecnología (Internet, chat, videos, celular, cds) e información (tv, radio, revistas) hasta ropa (generalmente de marca, zapatillas último modelo, etc). Son los que deciden las compras hogareñas, comidas, electrodomésticos, y hasta el auto familiar. Cynthia Kern, dueña y diseñadora de Kosiuko - la marca más elegida por estos chicos-, dice que “ a los 10 años ya buscan modelos de grandes, no quieren saber nada con la línea de chicos. Y si bien van a comprar con sus padres, los que deciden son ellos”.

LA VUELTA A LA REALIDAD

Según los especialistas, la etapa de la pubertad (alrededor de los once años) en la que se empiezan a manifestar los cambios físicos y temperamentales, es fundamental para que esa persona se desenvuelva luego como un adulto. Recomiendan darles responsabilidades progresivas, ya que si bien tienen derechos, también poseen algunas obligaciones. No se les debe sobreprotegerlos y solucionarles todos los problemas, ya que después no sabrán como actuar en solitario frente a un problema. El tema del dinero también es importante: deben aprender a manejar su propia plata y administrarla lo mejor posible, esto se puede lograr dándoles una mensualidad por trabajos en la casa, por ejemplo.

Si se trata de una persona con este síndrome, lo principal es que se de cuenta de que tiene un problema, lo que no es nada sencillo. La mejor forma de que un hombre se recupere es permitir que enfrente la realidad y asuma las consecuencias de su conducta. A veces, necesitan sentir en carne propia los efectos de sus actos, es por eso que aconsejan a la persona que lo ayuda, que no se haga cargo de las responsabilidades de Peter Pan. Así mismo, se debe alentarlo a que desarrolle su potencial adulto y rescatar las partes positivas de su personalidad. Además, se sugiere una terapia psicológica, en lo posible, de pareja o familiar, para evitar caer en el error de que el problema sólo lo tiene Peter Pan, cuando también esto incide en los que favorecen este tipo de conductas.

El mundo de fantasía de los Peter Pan constituye un escape a varios problemas que se generan en la persona, pero con decisión y educación es posible que ese mundo ficticio se transforme en la realidad.

FUENTES:

  • Dan Kiley, “El síndrome de Peter Pan”, 1983, Ed Javier Vergara.

  • J. Haley, "Trastornos de la emancipación juvenil y terapia familiar", 1985, Ed. Amorrortu Editores.


Fecha del artículo: agosto de 2006

Publicado en: Trabajo Práctico para el Instituto Grafotécnico

No hay comentarios: